¿Cómo practicar el Cristianismo Zen?


Introducción y aclaraciones

El Zen Cristiano podríamos definirlo como “un camino de despertar a la realidad esencial de todo, de Dios, que ningún sentido puede captar ni ninguna inteligencia comprender si no es através de la contemplación y la vivencia interior”.
 
El silencio, la oración y la contemplación son las bases de este camino. 

La práctica del Zen, es una forma de recogimiento e introspección en el Alma, así como un camino de conocimiento interior hacia la comunión directa con la Divinidad. 

Y justamente como sostuvimos que es una práctica, requiere de constancia, tiempo, dedicación y disciplina. Su práctica arrebata el corazón: no se basa en teorías.

Si bien el Zen debe ser llevado a la vida, al mundo, al día a día, en todo momento, en este punto nos centraremos concretamente en el "zazen" o "meditación cristiana", utilizando ambos términos como sinónimos.

Es importante tener en claro que si no está dispuesto a dedicarle un tiempo suficiente, la práctica no solo no produce sus frutos, sino que decepcionan a quien se acerca a este camino y dan la falsa creencia de que es imposible, lo que no es ni más ni menos que alguna excusa que lo único que logra es mantenernos en la ignorancia de la Verdad, que radica en nuestro interior.

Para ir explicando un poco en que consiste el Zen Cristiano y de como uno puede practicarlo, entendemos que hay cuatro tipos de prácticas fundamentales:

1) El Zazen o Meditación Cristiana, “sentarse a solas con el misterio”.
2) El Samu, o realizar un trabajo con atención, “vivir el ahora, el momento presente, el aquí y ahora” (es el llevarlo al día a día, a cada momento).
3) Teisho, Exposición de la enseñanza por parte de quien guía.
4) Dokusan, guía personal. Se transmite dentro de un marco de vida ética. Zen sin vida ética lleva al desastre. De ahí que quien emprende el camino, para ser aceptado como discípulo, haya de comprometerse a vivir una vida recta.  

Estas prácticas necesitan de acompañamiento y guía, porque llegan muy hondo, a lo más hondo del ser humano. Es algo que va más allá del psicoanálisis. Ese acompañamiento se hace en grupo y de manera personal. Existe mucho material al que uno puede recurrir, como así también personas a las que consultarles, y es muy útil hacerlo.

La idea es volverse hacia uno mismo, y allí “estar a solas con la noticia”, como decía San Juan de la Cruz. Es como cultivar las raíces de un árbol: cuanto más se las cuida, mejores frutos da.

La vida para muchos es lo que yo puedo conseguir, lo que yo puedo ganar, ante cualquier fracaso, me deprimo. En cambio, si la vida es otra cosa, todo cambia. El Cristianismo Zen nos enseña que la vida es otra cosa: es ese misterio, que va más allá de lo que ven mis ojos y que sólo se puede contemplar con lo que los Victorinos, un grupo de místicos cristianos franceses del siglo XII, decían que se percibe con lo que llamaban “el ojo del alma”. 
Ellos decían que Dios nos había creado con tres ojos: los de la cara, para ver las cosas materiales; el de la razón, para entenderlas, y el del alma, para ver las cosas del espíritu. Al ser expulsados del paraíso los dos primeros siguieron funcionando, aunque a veces enferman o se nublan. En cambio, el ojo de la contemplación, ni siquiera se abre. Sin embargo, es importante cultivarle para comprender toda la realidad, no sólo la material. El Zen-Cristiano es una forma de cultivar ese “ojo del alma”.

El Zen-Cristiano es un camino de liberación, sí. Y el silencio es parte fundamental de este camino. No sólo durante el zazen. En la vida diaria. Un cristiano que tiene experiencia del silencio y llega a una cierta iluminación, no tiene la misma experiencia que un budista. Es decir, experimentan lo mismo, la misma realidad última, pero cada uno la percibe desde un punto de vista diferente. El silencio Zen no trata de eliminar recuerdos, sentimientos o sensaciones. No se trata de aniquilar los sentidos, sino de iluminarlos.

Se trata de concentrarse en algo para mirarlo, prescindiendo de lo demás, pero sin eliminarlo. Eso, en la práctica, cuesta, porque, cuanto más silencio hagas, más pensamientos acuden a tu mente.

Para explicarlo, yo pongo el ejemplo de un río: Yo quiero atravesarlo hasta llegar a la otra orilla, que sería la iluminación. Si me empeño en hacer que se pare la corriente, no consigo nada. Tirarme a la corriente y dejarme llevar tampoco me hace alcanzar mi objetivo. Lo mejor es tender una cuerda. En el Zen, esa cuerda es la repetición de nuestra palabra sagrada o mantra. Con esa cuerda paso al otro lado. Si hay mucha corriente, lo noto. Puede haber hasta ramas, y hojas, pero yo sigo agarrado a la cuerda para pasar al otro lado. Es como un barco. La mar puede estar tranquila o revuelta, pero si el piloto mantiene el rumbo llega a donde quiere ir.

¿Cómo practicar el Zen Cristiano?

Antes que nada queremos aclarar que mas abajo compartimos unos videos de dos grandes referentes de la meditación cristiana que serán muy claros para poder comprender acabadamente la forma de practicar el Zen Cristiano: recomendamos encarecidamente que los vean.

Sin embargo, para facilitar por escrito parte de esas enseñanzas, detallaremos seguidamente varios puntos que pueden servir de guía (incluso teniéndolos impresos para no olvidarlos al momento de practicar la meditación) y que quizá clarifiquen u otorguen detalles que permitan realizar mejor la práctica cotidiana.

Veamos de que se tratan:

1) Cuando practique su meditación busque un lugar tranquilo donde pueda sentarse sin distracciones. Lo ideal es que no sea ni muy oscuro ni muy luminoso; templado en invierno y fresco en verano. El sitio para sentarse debe estar limpio y ordenado. Si es posible, puede tener un pequeño altar con un crucifijo, flores, piedras, un pequeño Buda (símbolo de la paz interior y la disciplina del método), una estatua o pintura de Jesús o de María: esto queda a gusto del practicante. Lo ideal es que sea  situada en el centro de la sala, aunque si no hay ningún disponible vale cualquier sector. También, cuando sea posible, coloque una ofrenda de flores en el altar y queme incienso o sahumerios.

2) Le recomendamos que evite sentarse en zazen cuando no haya dormido suficiente o cuando se encuentre físicamente cansado. Antes de sentarse, coma moderadamente y evite el alcohol. Lávese la cara y los pies puede ayudarle para sentirse fresco. También es útil que  antes de meditar intente lavarse cara, manos y pies y pase sus manos húmedas por la nuca a modo de ablución (solo si le es posible). 

3) Le recomendamos que evite llevar ropa sucia o vestimenta lujosa o cara. Lo ideal es que lleve la ropa amplia pero con pulcritud. Estamos poniéndonos en la presencia del Mismísimo Dios y si bien no tenemos nada que aparentar, tampoco es recomendable presentarse de una manera desprolija. 

4) Coloque una alfombra gruesa frente a la pared o frente a su altar y ponga un zafu sobre él (zafu es el cojín de meditación que mantiene la pelvis recta- no vale cualquier cojín). Si le es posible siéntese colocando la base de la columna vertebral en el centro del zafu, de forma que la mitad del zafu quede detrás de usted. Después de cruzar las piernas, apoye sus rodillas firmemente en la alfombra. Si esa posición le resulta incómoda, busque una que le permite mantener la espalda recta, pudiendo utilizar alguna silla o sillón en caso de considerarlo necesario (Ver punto 6).

5) Fije la mirada en un punto y no se desvié de ese punto, no lo juzgue ni argumente solo cabalgue en la respiración. Si le resulta más cómodo, puede dejar los ojos entre abiertos y mirar a 45 grados hacia abajo o, por el contrario, cerrar sus ojos mientras mantiene la mirada fija en esta misma dirección.

6) En cuanto a la forma de ubicar sus piernas, le recomendamos:

6.1) Cruzado de las piernas posición loto completa: Coloque su pie derecho sobre su muslo izquierdo y luego su pie izquierdo sobre su muslo derecho. Cruce sus piernas para que las puntas de los dedos de los pies y el borde externo de los muslos formen una línea continua.

6.2) Cruzado de las piernas posición semi-loto: Simplemente coloque el pie izquierdo sobre el muslo derecho. Cuando cruce las piernas, las rodillas y la base de la columna deben formar un triangulo equilátero. Estos tres puntos soportan el peso del cuerpo.

6.3) Cruzado Piernas Principiante o Flor Abierta: Simplemente coloque la planta de los pies una sobre otra, mientras que las rodillas y la base de la columna formen un triángulo equilátero. Nuevamente estos tres puntos soportan el peso del cuerpo.

6.4) Meditación en silla:  Para personas que no logran sentarse en el suelo, se recomienda con el tiempo y la práctica se realice sentado cómodamente en una silla que mantenga la columna derecha.

7) Posturas: Apoye firmemente ambas rodillas en la alfombra acolchada; bascule levemente la pelvis, a la altura de la quinta vértebra lumbar hacia delante, empuje las nalgas hacia afuera, las caderas hacia delante y enderece la columna. Recoja el mentón y estire el cuello como si quisiera tocar el techo. Las orejas deben estar en una línea paralela con los hombros y la nariz debe estar alineada con el ombligo. Después de enderezar la espalda, relaje los hombros, espalda, y abdomen sin cambiar de postura. Siéntese recto, sin inclinarse a la izquierda ni a la derecha, ni hacia adelante ni hacia atrás.

8) Reposo de las manos: en cuanto a la forma de ubicar las manos, le recomendamos que elija una de estas posturas

8.1) Coloque la mano derecha, con la palma hacia arriba, sobre el pie izquierdo, y la mano izquierda, con la palma hacia arriba sobre la palma de la mano derecha. Las puntas de los dedos pulgares deben tocarse ligeramente. Coloque las puntas de los pulgares delante del ombligo y los brazos ligeramente separados del cuerpo.

8.2) Coloque las manos, una frente a otra, con los dedos entralazados, de manera que las palmas queden enfrentadas.

9) La boca: Le recomendamos, según su comodidad, que elija una de ambos formas

9.1) Mantenga la boca cerrada, colocando la lengua contra el paladar justo detrás de los dientes.

9.2) Mantenga la boca cerrada, colocando la lengua sobre la mandíbula, de manera que queda sin hacer fuerza.
 
10) La respiración como caballo de la meditación: Como bien aclaramos más arriba, la palabra sagrada es la cuerda que nos permitirá llegar a nuestro puerto, pero esta palabra - naturalmente - se vinculará con nuestra respiración, por lo que debemos prestar especial atención a ella, no forzándola ni modificándola, sino, simplemente, percibiéndola. Y aquí también existen varias variantes:

10.1) En un primer momento, dedique tiempo suficiente a utilizar la respiración como herramienta de relajación y concentración... para ello, inspire y espire profunda y silenciosamente algunas veces. Abra ligeramente la boca y espire suave y lentamente. Para expulsar todo el aire de los pulmones, espire desde el abdomen. Cierre la boca y continúe respirando por la nariz normalmente.

10.2) Respiración abdominal: es fundamental que durante el zazen, respire silenciosamente por la nariz. No trate de controlar la respiración. Permita la entrada y salida del aire naturalmente de forma que pueda olvidar que está respirando sin por eso dejar de prestarle atención. Permita que las respiraciones largas sean largas y que las cortas sean cortas. No haga respiraciones fuertes y ruidosas.

10.3) Después, regular la respiración y calmarse. Y ahora comienza otra de las cuestiones que más complicaciones y diferencias ha traído a quienes quisieron comenzar a meditar, pero que en sí todas sirven para lo mismo: mantener la atención atada a un solo objeto. Por eso le recomendamos que elija correctamente su palabra sagrada, pudiendo resultarle útil - si no desea elegir una palabra - alguna de las consideraciones que haremos seguidamente (puntos 10.1 a 10.4):

10.1) Una es contar conjuntamente con las respiraciones de manera ascendente (1, 2, 3, y así...)

10.2) Otra es contar las respiraciones de manera descentende o regresiva (10, 9, 8... y al llegar al cero, volver a empezar)

10.3) Otra es contemplar en la mente a la misma mente, es decir, centrarnos en nuestra verdadera esencia espiritual y observar como la mente es acosada por pensamientos, recuerdos, sensaciones, sentimientos, sin detenerse ni atarse a ninguno de ellos, sino simplemente contemplándolos sin hacer nada, hasta que desaparezcan, utilizando la respiración para mantenernos concentrados. Cuando uno toma conciencia que quedó atado a un pensamiento, simplemente volver a la respiración sin enojo ni decepción, tantas veces como sea necesario. A medida que el practicamente avanza en este tipo de meditación, la cantidad de ideas y vueltas se va reduciendo cada vez más.

10.4) Otra forma es tomar conciencia de que una respiración larga es prolongada y que una respiración corta es breve. La respiración llega hasta el abdomen y finaliza ahí. Aunque espiración e inspiración son diferentes, ambas pasan por el abdomen. Cuando se respira abdominalmente es fácil ser consciente de la trascendencia (de la vida) y armonizar la mente.

10.5) También existe la opción - y es la que nosotros recomendamos - de repetir mentalmente de un mantra o jaculatoria o palabra sagrada, dividiéndolo en la respiración/ espiración. El mas popular fue el enseñado en la "Filocalia" y en el "relato de un peregrino ruso", conocido como la oración interior o la oración del nombre de Jesús, que consiste en, al inspiración mentalmente decir “Señor Jesus, hijo de Dios,”, y la expirar "Ten piedad de mí, pecador". Sin embargo, hay gran cantidad de posibilidades, tales como repetir el nombre de "Jesús", "Cristo Jesús", "Jesucristo" u otros versículos de la Biblia ("Dios, ven en mi auxilio, Señor, date prisa en socorrerme") o simplemente alguna palabra alusiva, como podría ser "Dios", "Paz", "Amor", etc. Es muy importante que la palabra elegida no sea cambiada durante toda la meditación y, de ser posible, en todas sus meditaciones posteriores. 

11) Como bien sostuvimos más arriba, es fundamental que no se concentre en ningún objeto en particular ni controle sus pensamientos. Si adopta una postura correcta y deja que la respiración se normalice, su mente se tranquilizará naturalmente. Cuando haya pensamientos que surgen en su mente, no se concentre en ellos ni luche contra ellos; ni los busque ni trate de escapar de ellos. Deje que los pensamientos fluyan, permitiéndoles aparecer y desaparecer libremente. Lo esencial es tomar conciencia de la distracción y del adormecimiento y regresar a la postura correcta momento a momento y volver a repetir la palabra sagrada. Insistimos, para que los principiantes no se sientan decepcionados: es fundamental la disciplina, la práctica constante y la determinación de mantenerse el tiempo pautado.

12) Cuando termine el zazen, le recomendamos que se incline hacia adelante con las manos juntas a la altura del corazón, a modo de saludar a Jesús, a los santos de los que sea devoto, al Buda, a los seres sagrados. Después ponga sus manos con las palmas hacia arriba sobre los muslos, balancee el cuerpo varias veces, primero un poco, y luego mas pronunciadamente. Inspire profundamente. Masajee sus pies. Estire las piernas. Muévase lentamente, especialmente cuando tenga las piernas dormidas. No se ponga de pie de manera brusca.

13) Es importante que recuerde que en el momento en que está meditando, se está conectando con Dios, y por esto es fundamental que le ofrezca el tiempo de inmovilidad y silencio que va a empezar. Para eso le recomendamos que:

13.1) Agradezca y Entregue a Dios todo aquello que es y tiene, como ser su familia, trabajo, salud, etc
13.2) Le pida todo aquello que necesite, siempre que sea voluntad de Dios
13.3) Le exhorte que le permita alcanzar la unión con Cristo y/o el estado de Buda
13.4) Le permita conducir a todos los seres sintientes sin excepción, a este estado Iluminado
13.5) Le proteja y guíe en la meditación, obrando según su voluntad

14) Es fundamental que establezca, de ante mano, el tiempo que va a dedicar a la meditación. Para esto, le recomendamos que tenga un despertador o algún otro dispositivo que le avise, de manera suave, el tiempo transcurrido. Es importante aclarar que no hay tiempos obligatorios para meditar, aunque le recomendamos que el aumento del tiempo sea paulatino, quizá empezando por 15 minutos diarios, para ir subiendo de a 5, 10 o 15 minutos, hasta llegar a la hora por sesión. 

15) Le recomendamos que trate de incorporar la meditación a su vida diaria, estableciendo momentos para poder realizarla: lo ideal sería por la mañana, antes de comenzar su rutina y de que las obligaciones lo requieran, y también un por la tarde, al volver de sus ocupaciones. Sin embargo, para comenzar, con una meditación diaria por la mañana le resultará mas que conveniente.

Habiendo desarrollado los puntos que entendemos mas importantes para que pueda desarrollar la práctica de su meditación, compartimos dos videos que le resultarán por demás esclarecedores y que seguramente le aportarán todo lo que nosotros, involuntariamente, omitidos.




En caso de considerarlo necesario, existen varios libros que pueden resultarle de gran ayuda, como ser los del monje benedictino John Main (los que recomendamos muy especialmente por su claridad y sencillez), Thomas Merton, La Nubre del No Saber, y escritos de los Santos Juan Casiano (Conf. IX y X sobre la oración) y San Juan de la Cruz, entre tantos otros. 

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